DOM 17 JUN 2018 | 12:59 AM
Solo cuando ya es muy tarde los situados a resguardo de los estropicios reconocen, con esa serena calma de los ilesos, la existencia de “daños colaterales”, de “lamentables excesos” o de “malas prácticas”.
Si a muchos les están pareciendo excesivas las posturas a las que han llegado varios “movimientos ciudadanos”, recuerden los así molestos lo paradójico y áspero que siempre es el progreso o retroceso social y político. “Un paso adelante, dos atrás”, dijo Lenin a propósito de eso, aunque a veces son muchos más los en reversa y el hacia adelante o es inexistente o muy discutible. Otrosí, el costo de la pantomima, avance o retroceda, se cancela siempre con intereses usurarios. Su origen se encuentra en la cópula entre el talante iluso y simultáneamente arrogante de los promotores del cambio y la resistencia no menos obtusa de los defensores del statu quo. Es efecto, entonces, de la siempre fructífera colaboración para el desastre que celebran los temperamentos entusiastas y cerrados, generalmente una muy mala combinación. Solo cuando ya es muy tarde los situados a resguardo de los estropicios reconocen, con esa serena calma de los ilesos, la existencia de “daños colaterales”, de “lamentables excesos” o de “malas prácticas”. En ocasiones -raras- las almas cariacontecidas ante el triste espectáculo reciben terapia con una capa de hipoglós autocrítico o recuperan la salud con la oportuna publicación de una variante de La historia me absolverá. Mientras tanto y cuando más, las víctimas reciben las efusiones cinematográficas de la posteridad, como ha ocurrido con 70 años de atraso con los oficiales e intelectuales polacos masacrados en 1941, en Katyn, por orden de Josef Stalin. Aun para esto último no faltan los exégetas. Desde el Olimpo de los paraninfos, cátedras, altos cargos, destinaciones internacionales, dietas, pitutos y redes de apoyo y protección es siempre posible mirarlo todo “sub specie aeternitates”.
Si les parece excesivo hasta dónde ha llegado el movimiento feminista, pónganse en perspectiva examinando el caso del cristianismo. Desde la estratosfera de la teología y la hagiografía, su nacimiento aparece como un milagroso y trascendental avance espiritual de la humanidad respecto del paganismo, pero en la práctica mundana su instalación fue en extremo ruinosa. La más brutal destrucción de las riquezas culturales del mundo clásico greco-romano ocurrió no por olvido, desidia o la lenta e implacable acción del tiempo, que todo lo aniquila, sino sucedió entre los siglos IV y el VII d.C. como resultado del fanatismo de quienes se vieron convertidos de perseguidos en entusiastas perseguidores, de pacíficos devotos de una nueva fe en rabiosos iconoclastas de la antigua, de tímidos creyentes en arrogantes titulares de un dogma y de humildes ciudadanos en incendiarios de bibliotecas, estatuas, templos y en agresores de quienquiera ostentase saber y refinamiento. Dicho interminable lapso repleto de fuego y furia fue iniciado cuando se hizo del culto a Cristo la religión oficial del imperio romano. De culto devino entonces en cristianISMO, esto es, en movimiento, en convocatoria de masas no solo toleradas sino azuzadas, en un gregario aluvión de oportunismo y rabia que sacó a los creyentes de su relativa clandestinidad para hacerlos titulares de un discurso religiosamente correcto, oficial y hegemónico. ¡Ay, en esas ocasiones, de la inteligencia! De la noche a la mañana los de abajo se sintieron por encima de los odiados patricios que con su sonriente y desdeñoso escepticismo y sabiduría mundana, flor y nata de siglos, los miraban como curiosidades delirantes; sintieron, con esa inaudita y feroz felicidad del reivindicado, que su supina ignorancia era superior a todo saber y belleza. Ese arranque de miseria humana ha sido descrito por un elocuente y revelador libro, The Darkening Age: The Christian Destruction of the Classical World, de Catherine Nixey.
Challenge and Response
A veces las cosas van incluso para peor y la sangre corre a borbotones. A eso se refiere otro libro, esta vez de Michael Burleigh, Blood and Rage. Trata del caso más extremo de los “ISMOS”, el terrorismo, cuyo practicante es víctima de un crecimiento descomunal y galopante de la misma fiebre que posee al feligrés común y corriente; como estos, hace suyas media docena de volátiles consignas, pero en su estéril afán por instaurarlas pone al servicio de “la causa” mucha más dedicación e intensidad y sobre todo enrola sus odios y resentimientos particulares. Con ellos arma su mente antes de armar su mano.
En verdad en Chile la hemos sacado barata. Agradézcase a la Virgen del Carmen, santa patrona de la nación, porque en otras partes y tiempos la historia ha rebosado de la locura, la miseria y de los crímenes que cometen y propagan los energúmenos. Es lo usual cuando un orden social se ha agotado y sus tensiones llegan a una crisis. La reacción puede ser sangrienta. El “challenge and response” que según Toynbee (Estudio de la Historia) es el mecanismo por el cual aparecen y se desenvuelven las civilizaciones pocas veces toma un aspecto elegante. El propio Toynbee lo explica: los líderes de una sociedad tarde o temprano se convierten en casta dominante y no ya creadora, y por eso resisten todo cambio y se oponen a toda idea nueva por razonable que sea; eso alimenta la frustración, luego la rabia, enseguida la furia y finalmente da convulso origen al “movimiento” con toda su carga de simplismo, extremismo, delirio y sed de venganza.
Pizarrón en blanco
¿Hay algún ejemplo de cambio social razonable iniciado con un tranquilo y académico debate? Ninguno. No es que el problema se desconozca, la injusticia no sea vista, el desgaste no se perciba; ocurre que los incumbentes del mundo tal cual es no desean perder los beneficios que el sistema imperante, aun con sus fallas, les otorga cotidianamente. Vivimos, todos, al día. Otro factor es la inconmensurable pereza, dejadez y visión de corto alcance del hombre medio, cuyo instrumental pensante no está hecho para mirar a lo lejos sino solo lo que tiene frente a la nariz. No es fácil desprenderse de 500 mil años de evolución dedicados en un 99% a mirar el suelo en busca de frutos caídos. No yendo doctoralmente a la pizarra sino caminando a los tropezones es como avanzan penosa y lentamente las sociedades. Considérese eso cuando se evalúen los movimientos vigentes en Chile.
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