viernes, 26 de julio de 2019

Los Justicieros


A propósito de los habitantes de un pueblo en Alemania que le reprocharon a Trump que su bisabuelo emigró a Estados Unidos y por tanto, “razonan”, debiera tener otra política migratoria hacia los mejicanos, guatemaltecos, hondureños o somalíes que desean ingresar en masa, inevitablemente se viene a la mente la idea de que entre las muchas variantes desagradables del tipo humano común y corriente -¿pero quizás el tipo mismo sea el desagradable?– que perpetuamente existen o transitoriamente aparecen según los tiempos, tal vez una de las peores sea la del “justiciero (a)” o, en lenguaje bíblico, los “varones justos”. Para ponernos al día agreguemos también a las “damas justas”.

Con esta definición y/o descripción NO nos referimos a personas especialmente dotadas, en su ámbito privado, de un destacado afán y sentido de la justicia a veces llevado a la exageración, la intransigencia y la intolerancia, sino a una categoría ostentosa y socialmente visible pues su membresía es de evidente presencia publica; hablamos menos de personas que de un PERSONAJE, de un rol puesto al día y de moda por las circunstancias y las oportunidades. El justo es majadéramente justo con sus cercanos; el “justiciero” hace ruidosos alardes de ser propietario (a) o concesionaria (o) vitalicio de la justicia y tener potestad para espetar juicios no sólo sobre sus íntimos sino respecto a cualquier semejante; el “varón y dama justo (a)” indican con el dedo a pecadores de todos los ámbitos de la vida nacional con la implícita actitud de quien se cree dueño de la VERDAD y como tal posee patente de jurisprudencia ilimitada; lo hacen con ceño adusto, expresión grave, siempre serios (as), solemnes, puros, santificados, autorizados y bendecidos por el Señor y los santos apóstoles. O simplemente lo hacen sintiendo el apoyo tácito o expreso de una causa que impera y domina, del discurso hegemónico del momento, de la onda que la lleva y por tanto, en segundo plano, de la barra brava que constituye su feligresía.



La categoría abunda o más bien pulula en los medios de comunicación. Encaramados en tribunas audio visuales o atrincherados en reductos de papel, vienen y pontifican sin cesar, acusan, denuncian, revelan, incriminan y sobretodo satisfacen a su audiencia y obtienen así su aprobación. Por convencimiento, por miedo o por trepar en la estimación de aquellos suelen radicalizar semana a semana sus evacuaciones moralistas, su indignación y su aire de mártires a sueldo de la verdad. La proliferación de estos personajes es menos un fenómeno individual en el que casualmente coincidieran muchos ciudadanos (as) que un fenómeno colectivo nacido de circunstancias políticas, culturales y emocionales que durante un lapso imponen un cierto paquete de ideas y actitudes casi con fuerza de ley y en virtud del cual se mide, juzga, castiga o premia. El varón y la dama justa se ponen en sintonía con los tiempos; el varón y dama justa es sencillamente un oportunista; el varón y dama justa (o) es 99 veces de 100 una mediocridad que se está dando el gusto de disfrazar la inanidad de su condición al convertirse en vocero de una inanidad colectiva. Al vocear decires sacralizados por la multitud deja de ser quien simplemente vocea pequeñeces particulares, opiniones sin fundamento, juicios pobretones y clichés y lugares comunes para devenir en portavoz de algo más grande e importante.



El ciudadano común que no goza del privilegio de estar encaramado en ningún medio público de comunicación tiene, sin embargo, una democrática chance de subirse siquiera por un momento -los “diez minutos de fama”– a este bus de la justicia y celebrar su numerito. Quizás sea en una de esas brevísimas entrevistas que celebra la televisión en la calle, la del “¿qué opina usted?” de esto o lo otro. Quizás lo llamen por teléfono para participar en una encuesta de opinión y tendrá entonces la oportunidad de convertirse en agente y representante de la “opinión pública” espetando su anémico pero lapidario juicio. O puede simplemente hacer uso cuando quiera de las “redes sociales” para tras un seudónimo evacuar sus furias, resentimientos, furores y odios y hacerlo a destajo y sin costo. La única condición es la de que, como el “comunicador” conocido y público, adhiera al discurso oficial, aunque hay una diferencia; este justiciero anónimo puede darse el gusto, en compañía de una turba de semejantes, de llevar ese odio u acatamiento de la verdad oficial más a allá de la mera palabrería pues para eso están las funas, los escupos en patota, las tazas de café arrojadas al rostro, las patadas, las Molotov, los insultos, la agresiones.



¿No hay siquiera un átomo de verdad, justicia y razón en lo que propalan estos justicieros? Puede haberlo o más bien PUDO haberlo, pero convertido en opinión de la masa y en cliché de los comunicadores, siempre expertos en el oportunismo y la bajeza conceptual, ese átomo de verdad deriva inevitablemente en una mazamorra de inepcias. Dicha tóxica transformación quizás sea la parte más lamentable, el peor episodio que celebra el justicialismo.

En el plano de la vida cotidiana esta prevalencia de discursos políticamente correctos, voceros de este y feligreses obtusos y furiosos da lugar a un clima asfixiante y a veces peligroso; es la versión Diet del que imperaba en la URSS y el que impera en Cuba, a saber, el del totalitarismo de la idiotez y el afán de venganza de los tarados, el totalitarismo sin balazos en la nuca pero con apaleos verbales y físicos y de una odiosidad convertida en principio espiritual, en norma de valor, en el “como-debe-ser” del momento.

martes, 23 de julio de 2019

Bachelet, La Apóstata


Por Fernando Villegas - Julio 23, 2019

La cristiandad odiaba a los emperadores romanos que desataron persecuciones, cosa no muy difícil de entender, pero sus feligreses odiaron aun más a “Juliano el Apóstata”, (exercuit etiam potestatem 360-363 d.C), porque si bien no los persiguió ni mató ni torturó sino sólo fastidió, despreció y ninguneó, se le supuso un cristiano –sólo fingió serlo para salvar su vida– que había renunciado a su Fe y regresado al culto de los dioses paganos. A estos fulanos, los que se van, se les odia más que a nadie. Se convierten en el “apóstata”, el “renegado”, el “traidor”. Es especialmente así cuando la fe de la que se retiran se encuentra en la flor de su crecimiento y fanatismo. Toda Fe detesta la disidencia y más aun lo hace en su edad temprana, todavía falta de consolidación, aun insegura y vacilante, pero más aun odia a quien renuncia y se suma a una confesión diferente. En ambos casos proyectan una sombra de duda sobre la validez del Credo. Para el cristiano, entonces, todo pagano o ateo era odioso, pero un “apóstata” era pura abominación.

¿Por qué habría de ser diferente con los comunistas, devotos de una fe sin Dios y además sin éxito? Esta fe no se encuentra ni mucho menos en su etapa de florecimiento, pero también en los crepúsculos es cuando las creencias rebozan del máximo caudal de odio y furor contra los descreídos, a quienes, en este caso, culpan de ser causas o al menos síntomas de su decadencia. Por eso y aunque los comunistas detestan por igual a todos sus adversarios, a quienes motejan indiscriminadamente de “fachos” y contra quienes desatan la entera maquinaria de su abundante stock de odio y resentimiento, insultándolos y ensuciándolos de todos los modos posibles en subsidio de no poder ejecutarlos en el buen y viejo estilo de sus camaradas de la fenecida URSS, quienes real o presuntamente se alejan de sus filas disfrutan el honor de ser blancos de una aun más feroz y exacerbada rabia.
Parece ser el caso, hoy, de la Alta Comisionada de los DD.HH de la ONU, madame Michelle Bachelet. Testimonio de eso es el señor Jadué, comunista y alcalde de una comuna de Santiago. Jadué no está ni siquiera en el TOP 1000 de los comunistas más alfabetos de la nación, pero desde luego está encumbrado en el TOP 2 de los más furibundos en sus odios. Entre él y el diputado Gutiérrez es muy difícil establecer quien tiene la primacía. Para verificarlo habría que tomarse la considerable molestia de leer y oir a ambos. Por ahora y a título de ejemplo Jadué dice, respecto a madame Bachelet, que esta en su lapidario informe no puso atención a los “intentos de golpe” contra el gobierno venezolano; incluso afirma o sugiere que los apoyó. Dicho sea de paso, esos supuestos intentos de golpe, vistos desde la retorcida perspectiva mental de Jadué y sus camaradas, parecen ser más que suficientes para exonerar a Maduro y su régimen de sus crímenes. Por eso condenan a Bachelet a la excomunión, por no entenderlo.
“Excomunión”, decimos, porque madame es comunista. Su chapa, aquella con la cual inició y prosperó en su vertiginosa carrera política, fue y es la de socialista, pero dado que el árbol se conoce por sus frutos y dada la crianza de la señora en la RDA, cabe asumir con un 99% de certeza que su fe es la bolchevique. Eso de “socialista” no es, por lo demás, nada sino una manifestación Diet y más “amable” del marxismo, variante confusa e improvisada más verbosa que doctrinaria y militantes de pocas o ningunas lecturas de los textos sagrados y membresía perpetua en la institución del asadismo y el cocteleo. Debido a eso “socialista” suena menos dañino, menos peligroso, con aire campechano, con fragancia a empanadas y a jubilados de ferrocarriles y/o al pachulí de viejos dirigentes del hierro, el salitre y el carbón. En breve, es credo más cercano a Condorito que a Lenín. Una Michelle Bachelet comunista no hubiera sido elegida como candidata de la Concertación, ni siquiera de la NM.
Pero ahora eso ya no importa. Bachelet no será expulsada del templo oficialmente, como se hizo con el filósofo Spinoza en la sinagoga de Amsterdam, con candelabros apagándose y grandes puertas cerrándose, pero de todos modos ha engrosado la lista de los renegados, de los “enemigos objetivos” del socialismo, en este caso del bolivariano. Pero no seamos pesimistas; tal vez se la perdone y restituya a la gloria celestial si viaja a la Araucanía a rendirle pleitesía a la familia Catrillanca.

domingo, 7 de julio de 2019

Carta Profesor Por Fernando Villegas -



La siguiente carta fue enviada al correo de este sitio por un auditor del programa que hago en YouTube. Dado que fueron muchos correos solicitando su publicación, aquí va.

Estimado Sr. Villegas.

He estado escuchando sus comentarios durante días sobre el paro de los profesores. Y me parece que es hora de dar mi opinión al respecto, y que ojalá llegue a sus oídos y a los de muchos.

Soy informático, no profesor. Pero, por esas casualidades de la vida, soy esposo de una profesora. Y he sido testigo de lo que significa ejercer esa profesión en este país miserable y mal agradecido, poblado por una turba de animales que, por lo que se puede apreciar, no sabe ni entender lo que escucha, ni mucho menos, lo que lee.

La jornada de trabajo de mi esposa comienza a las 8:30 de la mañana, y termina, normalmente, a las 3:00 am. Sí, estimado Sr., y me imagino a que eso no se lo leyó a Graham Greene. ¿Cómo lo sé? Porque he estado con ella, trasnochado con ella, intentando ayudarla a terminar con sus labores para que pueda, siquiera, dormir un rato.

Año tras año, ella debe pasar sus jornadas lidiando con unas criaturitas repelentes, porque no se les puede llamar niños, verdaderas amenazas que, desde los cinco años, saben más de drogas y sexo de lo que supo uno al llegar a los 20 años. Con un amor y una paciencia infinitas, ante las que me arrodillo, ella logra tomar a esos orcos que recibe año a año, y transformarlos en algo más parecido a un ser humano. Pero para lograr ese verdadero milagro, debe lidiar con cosas inconcebibles, y que no son los niños:

1.- Los padres y/o apoderados. Son una raza verdaderamente repugnante, compuesta por drogos, displicentes, o padres/madres de bendiciones, de esos que les dejan los críos a la abuela/tía/vecina para irse a chupar. Como buenos millenials, sólo saben exigir de todo, pero no son capaces de dar nada, sobre todo, amor, a sus propios hijos, y ni hablar de los hijos de otros. Podría escribir un libro completo para llorar y también desternillarse de risa, ante las actitudes de estos seres del inframundo, que se comunican principalmente por Whatsapp y Facebook, porque jamás están en persona, y que, pese a los titánicos esfuerzos de mi esposa, no entienden un pepino lo que ella les envía en las comunicaciones o mensajes. La mayor parte del tiempo, ella debe lidiar con las actitudes totalmente despreciables de los padres, o con situaciones graves de abandono, abuso, o cosas peores, que no son para que las vea un profesor, sino para que las vea un tribunal. Y allá va mi pobre esposa, padeciendo todo esto.

2.- El sistema educativo. Producto de las ideas geniales de los políticos post dictadura, que creen que saben de todo pero sólo saben robar, como cualquier flaite; todo profesor en este país jodido debe efectuar un montón de tareas aparte de enseñar; con métodos creados por burócratas buenos para nada, que calentaban la silla e inventaron estos métodos de tortura sicológica sólo para justificar los sueldos millonarios que cobraban por no hacer nada. Cada profesor debe crear una sarta de documentos totalmente inservibles, llamados planificaciones, que son anuales, mensuales y semanales, en las cuales debe apuntar los contenidos que se enseñarán a los niños, con qué métodos se enseñarán, qué materiales utilizará, qué canciones cantará, con qué papel confort les sonará la nariz, con qué sacapuntas les sacará punta a los lápices, en qué sillas se sentarán, cuántos pasos darán desde la entrada del colegio hasta su silla y viceversa, etc, etc.

Además, deberá documentar los resultados obtenidos respecto a la planificación que se entregó. El resultado de todo esto, son horas de horas arrebatadas al descanso y a la vida familiar, para ser consagradas a rellenar estos Rollos del Mar Muerto que, les aseguro, NADIE EN EL MINISTERIO HA LEIDO NUNCA JAMÁS, porque en este país, nadie lee nada, ni siquiera los letreros del tránsito. Siendo así ¿De qué sirvió todo ese padecimiento, todas esas horas sin dormir, todas esas horas sin vivir, los matrimonios destruidos, los hijos abandonados, los padres olvidados, todo, porque hay que rellenar la planificación? Además, para colmo, hay que prepararse cada tanto tiempo para un examen inútil, llamado Evaluación Docente, en que les hacen preguntas tan iluminadas como “¿De qué color era el caballo blanco de Napoleón?”. No, no es chiste, las he leído yo mismo. Y los considero un insulto. Si en informática me pidieran contestar esa basura, plantaría un virus informático en los sistemas, sólo para demostrar mi rabia. Dependiendo de la mentada evaluación, se determina si el profesor conservará su pega, si se le subirá el sueldo en el “escalafón”; y si podrá vivir para luchar otro día. Sigan sumando, por favor, el punto 1 con el punto 2, y vamos viendo el lindo panorama.

3.- Conseguir los materiales para hacer la clase. Sí. Para que se vayan enterando, los profesores NO DISPONEN DE MATERIAL PARA HACER LAS CLASES. He perdido la cuenta de las ocasiones que mi esposa debe, de su propio bolsillo, ponerse para comprar los materiales para los trabajos manuales, para conseguir los equipos necesarios, para vestir a sus niños, porque los papitos corazón tienen plata p’al copete, pero no para ropa. Y pedírselo al colegio, a la municipalidad, al DAEM o al ministerio… es esperar sentado. Yo mismo he andado con ella, buscando materiales, consiguiendo modelos del sistema solar, ilustraciones, libros; material audiovisual, y un largo e interminable etcétera. ¿Pero cómo es posible, están diciendo, que papi estado no se ponga? Les respondo. No sean ciegos. Papi estado sólo se mueve para sacarnos plata, no para salvarnos. Y como aquí se trata de hacer algo bien, papi estado no aparecerá. Así, la que no tiene, resulta que tiene que gastar lo que no tiene para que sus niños puedan aprender a escribir MA-MA. Y ¿quién le agradece por todo esto? Por supuesto, MOYA.

4.- Hacer clases en un glaciar/desierto del sahara. El colmo de los colmos. Ese profe que padece todos los puntos anteriores, además debe hacer su trabajo en una sala que se llueve toda, o que llega a temperaturas en pleno invierno que se acercan al cero (poseo pruebas, que les puedo compartir cuando quieran). Cuando se acerca el verano, es todo lo contrario, las clases se deben hacer en un horno de Auschwitz. Así que, sumemos a los 3 puntos anteriores, el hecho de lograr sobrevivir dentro de este ambiente hostil, digno de survivalista, y de lograr que los niños lo sobrevivan también. Qué lindo, ¿no? Pronto, en las listas de útiles, podremos incluir cuchillos de sobrevivencia, cantimploras, etc. Créanme, no es chiste que son necesarios. Hay que saber hacer fogatas con pedernal o palitos. De nuevo, ¿quién arregla esta situación? Mi esposa, recurriendo a medios de locura para que ella y sus alumnos puedan ver otro día.

5.- Ambiente totalmente hostil. Un profesor debe olvidarse de que tiene vida personal, y enfermarse es un pecado mortal, castigado con las peores penas del infierno. Ni se les ocurra ir al médico, pedir licencia, o ir a sepultar a su padre o a su madre. El DAEM no les perdonará por esto. Quejarse no es una opción. Si alguien se atreve a quejarse, será trasladado a la primera escuela perdida en la montaña, para ir a enseñar a las cabras a decir beee.

6.- Violencia. Sí, hay violencia. Los niñitos muestran la hilacha, y agreden físicamente a sus profesores, y como estamos en los tiempos que estamos, los profesores no pueden ni hacerles ni decirles nada para defenderse, porque los pobres niñitos se pueden traumatizar. Hasta ahora, mi esposa ha tenido suerte, sólo han sido golpes de pies y puño. Pero ¿qué pasará cuando algún angelito de Dios llegue con una navaja, o una automática? Aparte del delantal, pienso regalarle a mi esposa un chaleco de kevlar y un casco táctico. Así quizá llegue a Navidad, para celebrarla con ella. Ojalá pueda decirle Feliz Navidad este año mirando sus ojitos, y no a la lápida en el cementerio.

7.- Sueldo de burla, jubilación de oprobio. Si sumamos todos los puntos anteriores, veremos que la carrera docente es DE ALTO RIESGO. Los mineros de Codelco cobran millonarios sueldos, bonos, y compensaciones eternas porque su trabajo es peligroso. Si vemos todo lo anterior, ¿acaso el trabajo de profesor es un lecho de rosas? No. Pero así y todo, su sueldo depende de cuántas horas trabajan. Si llegan a trabajar menos horas, por el motivo que sea, aparte de la mala cara, los insultos, y el mal trato; recibirán menos sueldo a fin de mes. Díganme, estimados Rambos de teclado. ¿Cuántos de ustedes aguantarían que les bajaran el sueldo, porque tuvieron que salir de emergencia por un hijo, padre, madre, esposa, esposo, enfermos o accidentados? ¿O porque tuvieron que salir a hacer un trámite, gentileza de papi estado de Chile? Ninguno, ¿verdad? ¿Por qué los profes deben aguantarlo? ¿Acaso son una especie de paria, o casta aparte, que debe soportar todo lo anterior, más esto, sin chistar? Y todo para que sus bendiciones aprendan LO QUE USTEDES LES DEBIERON ENSEÑAR. Todo para que sus bendiciones reciban el CARIÑO QUE USTEDES LES DEBIERON DAR. Después de años de servicio, cuando llega el momento de jubilar, cualquiera se va a casa, cobrando su jubilación. Les cuento que los profes no. Los profes son tramitados eternamente por papi estado, de forma que hay casos en que han esperado POR AÑOS recibir el miserable primer pago de su jubilación, sí, una miseria, que no llega ni a la mitad del sueldo que ganaban en sus años de trabajo. Así, muchos profes no se jubilan jamás, y MUEREN ENSEÑANDO, porque no se pueden mantener con esa miseria. ¿Qué le pasará a mi pobre Cucha si yo muero antes que ella? He sacado un seguro de vida pensando en ello. Al menos eso la ayudará un tiempo, porque si no…

8.- La sombra roja. Para colmar la medida del desastre, existen ellos. Los que han crecido leyendo “El Capital” (y lo han leído mal, porque la traducción al español está mala) son una sombra y perenne lastre para los profesores de Chile. Dicen que quieren hacer justicia para ellos, pero sólo los manipulan para lograr sus fines. Ahora mismo, mi esposa ha sido presionada, y amenazada, en el contexto del paro, para seguir adelante con el mismo, a pesar de estar asustada por las declaraciones de la ministra Cubillos de que les descontarán del sueldo los días no trabajados, cosa que, por supuesto, la destruiría, tal cual. Ya la han llamado “traidora” y otras cosas peores; sólo por querer conservar lo poco que le queda. El PC, lejos de ayudar a los profes, sólo los ha utilizado como arma durante años. Tuvieron dos décadas completas para haber solucionado todos estos problemas, y no hicieron nada. Pese a ello, aún hay profes ciegos y desesperados, que creen en el canto de estas sirenas siniestras.

9.- La ofensa gratis y el pago de Chile. Quizá la peor de las puñaladas para un profesor, es ver que, con todo lo anterior a cuestas, el país al que sirve (porque en el fondo, eso es) le da la espalda y los patea en el suelo. Les gritan que son flojos, inútiles e ignorantes, que no quieren trabajar, que abandonan a los niños, que lo único que quieren es plata. A ver, Rambos de teclado: Con todo lo que ya les he dicho, ¿todavía creen lo mismo? ¿Quién ha abandonado a los niños, en primer lugar? ¿No fueron ustedes, padres y madres? ¿Quién ha andado en marchas en pelota, para conseguir matar niños sin pagar caro por ello? ¿No fueron ustedes? ¿Quiénes son los que delegan TODA SU RESPONSABILIDAD de educar a sus bendiciones, en manos de un extraño? Ah, claro, millenials podridos, si es mejor que otro se encargue, así puedo yo seguir chateando en el Starbucks, porque, qué lata, preocuparse de todo esto me frustra, es muy mainstream, ah, deja comentar esta noticia de la Argandoña, no quiero cosas negativas, me frustro. Por supuesto, ustedes no quieren plata, así que pueden criticar a cualquiera que sólo quiere sobrevivir y tener una jubilación decente para pasar en paz sus últimos años. No los he oído gritar para quejarse cuando los de Codelco reciben bonos supermillonarios sobre todos los millones que ya recibían, y tras sólo hacer una espantada de paro de dos días. Claro, eso está en la onda, eso no es mainstream.

Hagamos ya la raya para la suma.

Yo, estando fuera de esta situación, siento un dolor tremendo y temo por mi esposa. La veo sufrir estas ignominias, estas injusticias, y me da rabia. ¡Hasta cuándo! Lo que más me duele, es la traición del pueblo de Chile contra sus profesores. Los han traicionado, y arrojado a la basura, los tratan como esclavos. Sí. El mismo pueblo de Chile, que se cree los Estados Unidos de Sudamérica, y que es muy ario para recibir migrantes, y para apiadarse de sus propios hijos. ¿Para qué tener profesores, si una máquina les puede enseñar? Les cuento que yo programo esas máquinas. Y esas máquinas no se pueden programar para amar a sus hijos, cuidar de ellos, secarles las lágrimas, limpiarles el traste (porque hasta eso hace un profesor) escucharlos, jugar con ellos, DARLES VALORES, TODO LO QUE USTEDES NO SON CAPACES DE HACER. Las máquinas sólo presentarán información para que ellos la lean, no para que les quede en su mente y corazón, para hacerlos mejores seres humanos. Sólo les darán información para hacerlos esclavos más eficientes.

Porque en el fondo, eso es eso lo que ha estado en juego aquí. Y el Estado (no el Gobierno, el Estado) ha mostrado la hilacha bien mostrada durante este conflicto y ninguno de ustedes, ciegos, ha sido capaz de verlo. Si Codelco ruge, el Estado le dará todos los millones que quiera, porque de ellos depende el ingreso de Chile que los políticos se roban. Si los profes intentan rugir, recibirán sólo patadas, porque la educación, para el Estado, es un tumor parásito con el que están obligados a lidiar para conservar las apariencias. Por eso los gobiernos de la Concertación, no de la derecha, eliminaron los ramos que te hacen pensar y sentir desde hace años. Y fue la Nefasta la que eliminó Historia, Ed Física y Artes. O sea, dejó la trampa cazabobos puesta, para que la continuara el siguiente gobierno, fuera el que fuera. Ayer llegaron al colmo. La sra. Ministra Cubillos debería haber estado en el Congreso, para una reunión sobre el problema del paro, pero envió un mail diciendo que no iría, porque debía acompañar al presidente a una actividad. ¿Cuál? Ir a ver el eclipse.

Piensen, chilenos, piensen alguna vez en sus miserables vidas. Abran los ojos y dense cuenta de que, no importa el color, no importa el lado. Al político le servimos idiotas e ignorantes. Mientras más divididos y peleados entre nosotros, mejor porque seremos más manejables y robables. Y un profesor contento en su trabajo, que ilumina las mentes, es la mayor amenaza que puede existir para un parásito político. Es por eso que los quieren destruir.

¿Hay algo más que decir?

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