jueves, 24 de septiembre de 2020

Cincuentenario del 11 de Septiembre de 1973

 

Moneda en llamas.

Este año 2023, se cumplen el cincuentenario del 11 de septiembre de 1973, cuando las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile, tomaron el mando  de la República. Fue un suceso histórico dramático que dividió la sociedad política  nacional,  y  se convirtió en un hito, como fue la Guerra Civil de 1891, entre los Balmacedistas y del Congreso.

Recuerdo y el olvido.

A medio siglo el país sigue con el odio para las generaciones que tienen la vivencia de este trauma nacional, sus hijos y nietos. Es muy probable tengamos esperar 10 o 20 años para que el 11 de septiembre de 73, quede en el olvido, y se trasforme en fecha histórica definitivamente. 

Las generaciones que participaron o que fueron los testigos del conflicto politico del 73, son  la llamada "generación grandiosa", que nacieron entre los años 1901 y 1927;  la "generación silenciosa", que  nacieron entre 1928 y 1945;  y los llamados "baby boomers", que nacidas entre los años 1946 a 1964.

La generación X nacidas entre los años 1965 y 1980; La generación generación Y ( Los milénicos,), nacida entre los años 1981 y 1996; son hijos y nietos de las generaciones participaron en 73; no tienen vivencias del 73, o eran muy niños en esa epoca. 

Olvidos de las ultimas generaciones.

La generación Z, nacida entre 1997 a 2012; La generación Alfa, de la década de 2010 hasta el año  2020 como final de los años de nacimiento; son las generaciones que no tiene interés del 73.








Mientras las élites políticas chilenas llegan a esta fecha polarizadas, según una encuesta, de Pulso Ciudadano-Activa Research, indica que solo una de cada cuatro personas se interesa en este 50 aniversario.








La resaca que dejó la conmemoración de los 50 años.

Juan Andrés Quezada  y 
Eugenia Fernández

El 11 de septiembre -una fecha que por sí sola representa un quiebre- dejó tras de sí un reguero de divisiones e incomodidades que azuzaron un clima de crispación que parece no cejar desde 2019. Ahondó el distanciamiento entre La Moneda y la oposición, y tensionó tanto al oficialismo como a Chile Vamos, aunque logró dejar en un segundo plano el caso de los líos de platas que llevaba casi tres meses golpeando al gobierno.

1. Una grieta entre La Moneda y la oposición

En llamados telefónicos que hizo a mediados de la semana pasada a los tres presidentes de partido de Chile Vamos, Gabriel Boric intentó ofrecer una salida a los reparos que mantenían respecto de acudir a la ceremonia que se realizaría en La Moneda el 11 de septiembre. El Mandatario -según recuerda uno de los timoneles- hizo la propuesta de hacer otra ceremonia en el Congreso, el domingo 10. No dio más detalles. “Mi impresión es que quería hacer algo con todos los partidos, porque en el oficialismo nadie firmó el documento ni tampoco hicieron una declaración propia”, explica.

En Chile Vamos aseveran que no alcanzaron a contestar si estaban dispuestos o no, y que el propio Boric -antes de recibir una respuesta de su parte- manifestó públicamente que se habían negado.

El episodio completo, que comenzó el viernes 1 de septiembre, cuando Boric invitó al expresidente Sebastián Piñera a La Moneda, redundó en un áspero tira y afloja entre el gobierno y la oposición, en el cual ambas partes intentaron buscar puntos de salida para lograr un hito unitario que finalmente no llegó a ninguna parte.

Si el llamado de Boric fue uno de ellos, otro fue la posibilidad que Chile Vamos planteó internamente al Ejecutivo para que acogiera la declaración denominada “50 años del quiebre de la democracia” que dieron a conocer el 7 de septiembre, y que compartía varios puntos con el “Compromiso de Santiago” que ya habían firmado Boric y los expresidentes Piñera, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.

Finalmente, los partidos de centroderecha terminaron rechazando la invitación a Palacio, lo que llevó al peor cruce entre ambas fuerzas.

“Hay muchos personeros de Chile Vamos que han dicho persistentemente que sin Allende no hubiese habido Pinochet. Yo pregunto honestamente qué es lo que significa eso. ¿Que si hoy tuviéramos un gobierno constitucional que no les gusta podría haber otro Pinochet? Yo espero que no, y en eso creo que todos debemos ser claros”, dijo Boric.

“La frase inoportuna e incomprensible de Gabriel Boric refuerza nuestra decisión de no asistir, porque no tienen ninguna intención de construir reconciliación. Lo grave es que ese día será polarizado por culpa del gobierno. Afortunadamente, las familias chilenas no han hecho eco”, respondió el secretario general de RN, Diego Schalper.

En la derecha aseguran que las tensiones no se dieron tanto por el fondo de la declaración de La Moneda, sino por la “serie de desprolijidades” que se dieron en el proceso. Por ejemplo, afirman, por el hecho de que “nunca tuvimos claro el alcance, el formato ni la convocatoria en la invitación original, que era en Palacio”. Todos resquemores que plantearon al Ejecutivo y que luego -agregan- confirmaron con las pifias que hubo a la figura de Piñera en la ceremonia del “Once”.

Pero este clima continuó esta semana, luego de que la UDI publicara el 11 de septiembre una declaración sobre el Golpe de Estado, en la que afirmó que fue “inevitable”.

“Me duele y me avergüenza”, dijo la titular del Interior, Carolina Tohá, lo que provocó la molestia del presidente de la UDI, Javier Macaya, quien salió a responderle. Mientras algunos parlamentarios opositores confesaron que las relaciones quedaron tensas con el oficialismo, desde las directivas optaron por emplazar al gobierno a desplegar su agenda, algo que -por ejemplo- le planteó directamente el timonel gremialista a personeros de La Moneda esta semana.

“El gobierno no se ha cansado de farrearse oportunidades”, dice Macaya, quien criticó que Palacio buscaba “instalar una verdad oficial” sobre el 11 de septiembre. Precisamente fue con este senador y Schalper con quienes -aseveran en la oposición- la conmemoración dejó las “fisuras más complejas”.

¿Se trata de un quiebre? Mientras algunos dirigentes plantean que fue una “crisis”, otros tienen otra visión. “Descarto un quiebre, porque seguimos trabajando en mesa de pensiones, pacto fiscal, y en todo aquello que nos han convocado, hemos concurrido”, dice Hutt.

La conmemoración generó una involución en todo sentido respecto a los 40 y los 30 años. La derecha hoy es más pinochetista y la izquierda valora más a la Unidad Popular”, señala Francisco Covarrubias, decano de la Facultad de Artes Liberales de la UAI.


2. La estela de tensión que dejó en el Congreso

El miércoles se rompió una larga -y bonita- tradición con que la Cámara de Diputados celebraba las Fiestas Patrias: el pie de cueca que todos los años bailaban legisladores de distinto signo político en el hall El Pensador -que se hacía en señal de unidad y distensión- ya no fue con parejas cruzadas.

Y fue el tenso clima que dejaron los duros enfrentamientos en el marco de los 50 años del quiebre institucional lo que lo impidió. La diputada Karol Cariola (PC) bailó con Rubén Oyarzo (PDG), a quien antes de iniciar el baile le dijo: “Tú vas a ser el diputado más a la derecha con el que voy a bailar”.

Esta disputa partió y se dio con mucha más intensidad en la Cámara Baja que en el Senado que, justamente a raíz de los enfrentamientos entre diputados, optó por marcar un contraste.

Aunque semanas antes se habían producido algunos desencuentros, la chispa se prendió el 22 de agosto, cuando las bancadas de la derecha leyeron la declaración del acuerdo alcanzado por la propia Cámara el 22 de agosto de 1973, que denunciaba el “grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República” de parte del gobierno de la Unidad Popular.

Esto fue considerado una provocación por parte del oficialismo: parlamentarios del PC, Frente Amplio y PS, incluso, levantaron pancartas con las caras de detenidos desaparecidos, acción por la que luego fueron sancionados. Mientras, desde la derecha argumentaron que ellos se adelantaron a una resolución del PC que buscaba revertir esta misma declaración.

El otro momento de tensión se produjo en la sesión del mismo día 11. Aunque esa mañana los diputados republicanos y de RN optaron por salir del hemiciclo y los Evópoli se quedaron, pero sin hablar, diputados de la UDI criticaron al gobierno de Allende.

El timonel DC, en tanto, el diputado Alberto Undurraga, hizo una mea culpa histórico que no cayó bien en algunos sectores del partido.

Para el presidente de la Cámara, Ricardo Cifuentes (DC), la tensión al interior de la corporación no se produce a raíz de la proximidad del 11 de septiembre, sino que viene desde octubre del 2019. “Desde entonces hay un ambiente de crispación en la sociedad chilena, que tiene su repercusión en la Cámara y, en un país con un régimen presidencialista, quien tiene la mayor responsabilidad para mejorar el clima político es el Presidente”.

Cifuentes confía en que en el transcurso de las próximas semanas “podamos retomar el diálogo, actuar con responsabilidad para volver a centrar nuestro trabajo en los temas legislativos y en las reformas”.

Sin embargo, el analista político de la Universidad de Talca Mauricio Morales cree que el ambiente de confrontación no cambiará de aquí a fin de año. “Se vienen las votaciones por la ley de usurpaciones y la ley de presupuesto que pondrán el ambiente mucho más difícil. Y los partidos comenzarán a pensar cada vez más en las elecciones municipales del próximo año y la oposición no tiene ningún incentivo para cooperar con el gobierno”.

Los senadores acordaron no repetir el espectáculo de la Cámara y el UDI Juan Antonio Coloma -presidente del Senado- comenzó a buscar un acuerdo luego de que los socialistas pidieran hacer un homenaje a Salvador Allende.

La derecha -que tiene mayoría- se abrió considerando que el fallecido expresidente fue senador y es padre de una parlamentaria en ejercicio. Y también buscaron aprovechar la ocasión para marcar una diferencia con la convocatoria de Boric.

La sesión -que se realizó el martes 12- partió con un discurso de Coloma que fue consensuado y al que adhirieron todos los comités, e incluso enviado con anterioridad a los senadores. Luego se dio espacio para que una decena de legisladores hicieran sus propias intervenciones. Aunque hubo discursos duros, siempre hubo un estricto silencio en la sala.

“Desde la UDI queremos felicitar el rol y el tono que se han dado hoy en el Senado. Creemos que es bueno para Chile, en días de crispación, en que el gobierno ha manifestado un tono que, a nuestro juicio, no es el adecuado para la unidad del país”, señaló en su discurso el presidente de la UDI, Javier Macaya.

La polémica se produjo al día siguiente, cuando desde el PC les quitaron el piso a sus senadores, quienes debieron salir a explicar que ellos nunca habían suscrito algo. Efectivamente, Núñez y Pascual habían pedido que la declaración de Coloma no fuese votada ni un acuerdo formal, tal como ocurrió.

Desde el PC a republicanos, el Senado logró una inédita declaración de consenso sobre el Golpe de 1973.

3. Boric y su dualidad: ¿Presidente de todos o líder de su tribu?

Las señales que dio el Presidente Boric las semanas previas y los días posteriores al 11 de septiembre transitaron entre un incesante llamado a lograr un acuerdo para un acto y declaración unitaria con la oposición y, al mismo tiempo, fuertes críticas a ese sector.

Diversos analistas coinciden en que el Mandatario tensionó el clima ad portas de la conmemoración con esta dualidad. En ese marco, citan sus críticas al fundador de RN, Sergio Onofre Jarpa, el 14 de agosto, justo antes de que La Moneda comenzara a negociar para consensuar una declaración con los partidos de Chile Vamos.

Luego, su reflexión hecha tras asistir al velatorio de Guillermo Teillier, donde dijo que algunos fallecen dignamente y “otros” que, eludiendo la justicia, mueren “cobardemente”, aludiendo al suicidio de un exmilitar condenado por el asesinato de Víctor Jara.

Y finalmente su participación en la marcha de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) el lunes 11.

Estos y otros episodios, señala la historiadora Josefina Araos, muestran que, en este año y medio en La Moneda, Boric parece no haber asumido la “madurez política” que implica su cargo.

“Igual que en el episodio del megáfono, el Presidente se resiste a asumir las implicancias de su cargo. Ser Presidente es distinto de ser dirigente universitario y exige justamente renunciar muchas veces a aquello que como ciudadano común quisieras hacer. No se trata de apoyar o no la marcha que, sin duda, tiene un valor en sí mismo por ser en nombre de las víctimas de la violencia de Estado. Pero sí de reconocer su lugar, que es La Moneda, no la calle. Que es el de quien recibe la manifestación, la demanda ciudadana, no el que la lidera”, dice.

Mauricio Morales agrega que el anuncio que hizo desde España respecto a la firma de un documento por la democracia y los derechos humanos, y la salida de Patricio Fernández como hechos que fueron calentando los ánimos. “El Presidente, en lugar de seguir la madurez de Aylwin, optó más por provocar a la oposición. Sólo al final, cuando veía que el acuerdo transversal era casi inviable, intentó construir un discurso unitario, pero ya era demasiado tarde”.

“El acto fue un homenaje de la izquierda a sí misma, una epifanía carente de autocrítica, en la cual un sector importante de Chile, los opositores al gobierno de Allende, simplemente no tenía cabida”.
Max Colodro (UAI)

Sin embargo, otros analistas, entre ellos Eugenio Tironi y Pepe Auth, estiman que el Mandatario y La Moneda lograron enrielarse a último momento y terminar con un acto en que Boric les habló a los suyos y fijó una serie de nuevos bordes a la izquierda que lo llevó al poder.

Auth (ex PPD) dice que en su discurso el Mandatario anticipó su voluntad de liderar la transformación de la izquierda, al decir que “nunca más la violencia debe sustituir el debate democrático; las violaciones a los derechos humanos se condenan sin importar el régimen político que los viola, y la unidad debe imponerse a la fragmentación”.

Tironi, en tanto, resta dramatismo a los momentos que tensionaron esta conmemoración: “Las catarsis nunca son ordenadas, siempre hay un grado de quiebre, desorden, quejidos y crujidos, que son incontrolables para un gobierno”.

Para el sociólogo, lo más relevante es que el gobierno “dejó fluir y encauzó un sentimiento reparador para los deudos y para las víctimas directas e indirectas, invocando la figura de Allende”.

Tironi cita una carta de Ignacio Walker -publicada al día siguiente en El Mercurio- en que el expresidente de la DC señala que el acto de conmemoración fue una “reivindicación del pueblo allendista que necesitaba una reparación”.

Para el académico de la UAI Max Colodro, sin embargo, ahí estuvo el error de Boric: “El acto fue un homenaje de la izquierda a sí misma, una epifanía carente de autocrítica, en la cual un sector importante de Chile, los opositores al gobierno de Allende, simplemente no tenía cabida. Una opción legítima, pero no responsable para un Presidente que busca el reencuentro y la reparación de todos”.

4. Diferencias en Chile Vamos y el silencio republicano

Aunque en menor grado, las tratativas que marcaron la definición de si firmar o no el “Compromiso de Santiago” y el tono del “Compromiso por la democracia” al que adhirieron el 6 de septiembre causaron tensión en Chile Vamos.

“La conmemoración fue divisoria y provocó polarización en la izquierda, en la centroizquierda, pero especialmente en la derecha y en sus partidos. Se tensionó la relación entre republicanos, RN, la UDI y Evópoli. Al interior de cada uno de ellos sabemos que hay tensiones”, dice el analista y académico de la Escuela de Gobierno UC, Roberto Méndez.

Y no sólo en la élite (de la derecha), sino que también en el público, en el sector que se identifica con la derecha. Hay una parte importante de la derecha, sobre todo la gente más joven, que tiene un juicio crítico del Golpe. Eso está muy claro. Entonces, para la derecha esta situación produjo una división ya a nivel de la opinión pública. Esta es una situación favorable para la izquierda y para el gobierno políticamente”, agrega Méndez.

Aunque al interior del conglomerado afirman que no hubo quiebres ni fisuras reales, lo cierto es que se provocaron algunas tensiones, antes y después del 11 de septiembre.

“La conmemoración fue divisoria y provocó polarización en la izquierda, centroizquierda, pero especialmente en la derecha. Se tensionó la relación entre republicanos, RN, la UDI y Evópoli”.
Roberto Méndez, académico Escuela de Gobierno UC.

Un capítulo que demuestra ello fue la filtración de que el día 4 de septiembre -para el primer aniversario de la victoria del Rechazo, y tres días después del encuentro en la casa de Piñera- los tres timoneles de Chile Vamos realizarían una declaración conjunta sobre el emplazamiento de Boric de firmar el compromiso. Ello finalmente no ocurrió por la oposición de la UDI y de dirigentes de RN, que buscaban que los 50 años no opacaran la conmemoración del plebiscito.

En la interna, los dirigentes que participaron de la redacción del documento que oficializaron respecto de los 50 años afirman que hubo diferencias de opinión, “pero sin conflictos”. Que circularon varios borradores entre Macaya, Chahuán y Hutt, “hasta que llegamos a un texto que reflejó bien el espíritu de los tres”.

Durante todo este proceso, fue Evópoli el partido que más matices marcó respecto de sus socios. Su timonel, Gloria Hutt, fue la única de los tres que públicamente mostró una disposición a firmar el documento de La Moneda, tal como cuando afirmó a 24 Horas que “consideramos que los puntos que tiene ese borrador (del gobierno) son válidos”.

Ello provocó ruido con senadores de su tienda como Felipe Kast y Luciano Cruz Coke, quienes en todo momento estuvieron por mantener una postura dura hacia el gobierno. En el entorno de Hutt plantean que la exministra pensaba que una declaración unitaria era importante como señal, lo que “lamentablemente no fue posible”.

Hutt también marcó distancia respecto de la declaración que el mismo 11 realizó la UDI, la cual señaló que el Golpe fue “inevitable”. “El Golpe de Estado sí era evitable. El sistema político pudo haber hecho más”, dijo Hutt ese mismo día. “Hubo una diferencia evidente, pero me parecen visiones legítimas y somos parte de una misma coalición, porque compartimos visiones de futuro”, explica.

Todo esto ocurrió mientras el Partido Republicano, que dirige Arturo Squella, rápidamente dijo que no iría al acto en Palacio y optó por el silencio. No realizó actividad alguna para la fecha ni realizaron una declaración al respecto.

5. El malestar del PC que se fue disipando

Tras complejas semanas marcadas por la muerte del timonel Guillermo Teillier, la dirigencia del Partido Comunista realizó esta semana un balance positivo, además de definir la línea de acción para lo que viene (el próximo sábado se realizará un pleno para fijar la fecha del congreso en que se escogerá al nuevo presidente del partido).

En la oportunidad se valoró el giro -hacia la izquierda- que dio La Moneda en la recta final y gestos del Presidente Gabriel Boric, como el haber participado en la marcha de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y el haber invitado a la comisión política de la colectividad el jueves a un desayuno en Palacio, en el que también estuvieron los ministros Álvaro Elizalde y Camila Vallejo.

No es menor -señalan en el PC- haber logrado la presencia de los presidentes Manuel López Obrador (México) y Gustavo Petro (Colombia), además de personalidades como Pepe Mujica, que reivindicaron la figura de Salvador Allende. Una de las militantes -aseveran en la tienda- que jugó un rol clave en la coordinación de La Moneda, a cargo del asesor presidencial Manuel Guerrero, fue Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos.

“En términos de resultados políticos y contenidos discursivos, hay que estar muy satisfechos con lo planteado por el gobierno, que relevó la no disociación entre el Golpe militar y las violaciones a los derechos humanos”, afirma Marcos Barraza, uno de los hombres fuertes del partido.

Sin embargo, el proceso previo a la conmemoración fue fuente de malestar para el PC y una dura embestida en contra de La Moneda. En particular, la arremetida tuvo un objetivo específico: la figura del periodista y exconvencional Patricio Fernández, quien tras las presiones de diversas organizaciones de DD.HH. y de la colectividad terminó renunciando a su cargo como asesor presidencial para los 50 años del Golpe.

Aunque el motivo fueron unos dichos del exconvencional relativos al Golpe de Estado, en el fondo estuvo el rechazo al relato que Fernández estaba intentando consensuar, y que tenía tres pilares: democracia, futuro y derechos humanos. “El reto de Boric no es la vuelta al pasado, sino que patear la pelota hacia el futuro”, dijo a La Tercera en junio. Para el PC era un punto insoslayable el abordar las violaciones a los DD.HH. y la identificación del Golpe como su “acto fundacional”.

La propia Alicia Lira sostuvo en esos días que “había mucha indignación, mucha molestia, en términos de la actitud (de Fernández), no solamente por sus palabras, sino la actitud permanente que ha mantenido. Para nosotros, desde que lo nombraron, nos extrañó. A medida de su accionar, de lo que él representa, colmó nuestra paciencia”.

Este jueves, en la reunión en La Moneda, estuvieron presentes las diputadas Karol Cariola -quien discrepó públicamente de Boric por decir que Sebastián Piñera era un demócrata- y Lorena Pizarro, quien cuestionó en varias oportunidades la forma en que La Moneda estaba enfrentando la conmemoración. Sin embargo, ni ese malestar ni los comentarios de otros dirigentes que criticaron la “represión” policial durante los actos realizados el domingo 10 y la ausencia de invitados de Cuba y Venezuela habrían sido temas en el encuentro, señalan algunos de los invitados.

Una gran parte de las dos horas que duró la cita estuvo dedicada a la forma que enfrentarán la discusión de las reformas -tributaria y pensiones- en el Parlamento. Según uno de los participantes de la reunión, se comentó que “hay un sector de la derecha que tiene claridad que el no sacar las reformas también los tensionará a ellos”.

6. La incomodidad que Piñera causó en partidos

“Piñera no es el que manda en la coalición”. La frase del secretario general de RN, Diego Schalper, fue preclara respecto de la incomodidad que en algunos sectores de Chile Vamos generó el que el expresidente Sebastián Piñera se reuniera con su sucesor, Gabriel Boric, para intentar consensuar una declaración por los 50 años del Golpe de Estado.

Si bien desde que salió de La Moneda Piñera ha mantenido un contacto permanente con exautoridades de su gobierno y las dirigencias de los partidos, sus intervenciones privadas y públicas han aumentado desde que ganó la opción Rechazo en el plebiscito constitucional de septiembre de 2023.

Y en los últimos meses, en medio de una crispación creciente entre La Moneda y la oposición, Boric lo ha convocado en dos ocasiones, con la clara finalidad de tender puentes.

La primera fue el 14 de agosto, cuando lo invitó a ir en el avión presidencial a la ceremonia de cambio de mando de Paraguay. La segunda -la cita que ambos sostuvieron el viernes 1 de septiembre en la que Boric le entregó un borrador del “Compromiso de Santiago”- fue la que terminó sacando chispas en miembros de la coalición de centroderecha. El encuentro no fue comunicado con antelación a los presidentes de partidos.

El exmandatario convocó ese mismo día a una comida en su casa a los principales de Chile Vamos para pedirles que evaluaran sumarse. Llegaron todos, salvo el timonel UDI, Javier Macaya, y Schalper. Sin embargo, la petición no llegó en el mejor momento de la relación entre el Ejecutivo y la oposición: días antes había acusado al fundador de RN, Sergio Onofre Jarpa, de terminar sus días en impunidad, y había planteado que “algunas personas mueren con dignidad y otras con cobardía para no enfrentar a la justicia”, justo en la jornada en que el exbrigadier Héctor Chacón -condenado por el crimen de Víctor Jara- se suicidó antes de ser detenido, lo que generó fuertes críticas de la derecha.

La intervención de Piñera molestó a algunos, mientras otros lo desdramatizan. “Incomodó, nos precipitó a meternos a un tema al que no queríamos entrar todavía”, admite un alto dirigente de la oposición.

“No es un coordinador de Chile Vamos. Es mi exjefe, y le tengo mucho cariño y respeto, pero los partidos tenemos nuestra autonomía. Lo que él está tratando de hacer es tender puentes, y me parece legítimo que lo haga, pero las decisiones las tenemos que tomar al interior de cada partido”, dijo por esos días la timonel de Evópoli, Gloria Hutt.

Otras voces plantean que el ruido se genera porque muchos leen en los movimientos de Piñera una nueva ambición presidencial. “Yo creo que quiere ser un muy buen expresidente, y eso a mí, en lo personal, no me complica”, dice un presidente de partido.

Para Tomás Duval, analista político y académico de la Universidad Autónoma, “el expresidente Piñera tuvo una postura y actitud claras. Dio señales precisas que reflejaron un liderazgo vigente que tiene hoy la derecha, al ser dos veces presidente de Chile. Piñera señaló un camino político importante y yo valoro su actitud en medio de este escenario de confrontación. Él apareció posicionándose mucho mejor que los partidos que apoyaron su gobierno. Y esa ha sido una característica de él en estas materias”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores