martes, 22 de mayo de 2018

Fernando Villegas y los homosexuales


¿Se enojará Dios?

La pregunta casi me tira más de espaldas cuando la formula la mujer de unos 20 años, la misma edad del suscrito entonces, mientras un dedillo picarón hurgaba en su intimidad absoluta.

Encontré tan absurdo que me planteara esta situación a esas alturas, edad y circunstancias.

Willy Levet me pregunta el otro día en el café donde siempre sirven el expresso tibio: ¿Y se enojó?

Le respondí: “Creo que con efecto retardado porque este ataque de gota abstemio, sin mariscos ni parrilladas solo se explica como consecuencia de un enojo.

¿Cómo lo recordé?

En un libro de Jerzy Kosinski, quizás Cita a ciegas, aparece un señor que desea acostarse con la hija de un circense, creo.  Este le impone varias condiciones a cambio de la entrega de su bella primogénita. El hombre tan ansioso, logra todos los objetivos exigidos. La mujer es suya y se da cuenta, esa noche, por qué se la cedieron. Solo tiene un pequeño orificio para orinar. Es impenetrable.

Benedicto Castillo escribe Magnicidio y quiero leerlo a toda costa. Le pediré un ejemplar a Maura Brescia editora de Marenostrum que saca excelentes libros, ahora en Lyon, no en Manuel Rodríguez como antes.

Es sobre el asesinato de Eduardo Frei Montalva. Aparece Eugenio Berríos a quien conocí. Salio por Magallanes hacia Uruguay vía Argentina para ser asesinado. El intendente era un señor de segundo apellido Durange.

La última vez que estuve con Berríos, tal como lo escribí en estas columnas hace tiempo ya, fue en Les Assasins y el hombre quiso pegarme por tratarlo justamente de asesino.

¿Se enojó Dios entonces?

Leo que Guillermo Luksic y su empresa Quiñanco, adquiere la Shell para formar Enex.

En los años ochenta un empresario de la colonia árabe me contacta para que  lance justamente la marca de distribuidora de combustible con ese nombre. La primera fue instalada frente al Jumbo de Avenida Kennedy en Santiago. Estaba en Cosas y embarqué a la revista para no hacer el pituto a escondidas.
Ocurre que todo fue un montaje. Compraron a lo largo de la Panamericana los sitios enfrentados a las estaciones de servicio Shell, Copec y Esso. Luego transaron con estas compañías y vendieron los sitios al triple o a cuatro veces su valor. Las tres empresas con tal de no tener la competencia al frente pisaron el palito.



Hábiles los empresarios.

Recuerdo bien que entonces los diarios y revistas publicaban estas notas sin cobrar nada y el jefe de crónica o el editor decidía si incluirla o no en concomitancia (o ignorancia) de la gerencia comercial.
Cuando llamé al primer colega me dijo derechamente desde su oficina en el diario La Nación: “Ningún problema, ¿cuánto me pagas?”
A partir de ese momento, las siguientes llamadas a los siete medios restante partieron: “¿Cuánto me cobras por publicarme…?”.

Como estaba muy sorprendido, fui donde el empresario y le informé: “Garantizo ocho publicaciones por trescientos mil pesos (entonces no era cifra menor). Los periodistas solo aceptan efectivo contra difusión”.

El hombre confió en mí y una vez impresos los artículos, repartí el dinero.

Lo peor que he hecho en mi vida.

El animador del lanzamiento fue Javier Miranda. ¿Cómo te pago? El locutor respondió: Cuando termine el acto, me introduces 30 mil pesos en  el bolsillo de la chaqueta.

Nada de comprobantes ni boletas.

No se espanten queridos lectores. Un Premio Nacional de Literatura que recorre el mundo dando conferencias recibe el dinero de la misma manera para elidir impuestos.

Otros, que vienen a la región en vez de dinero, atinan con buen gusto a ser agasajados con un fin de semana todo pagado con sus esposas (o la otra) en Torres del Paine. Eso por lo menos, es buen gusto.

Leo Tacones Urbanos de Mariana Jara, editorial Plaza y Janes. Me equivoqué, tortuosamente leí el libro hasta el final, sin saltarme páginas como suelo hacer cuando la cosa aburre. Lo mismo le pasó a Oscar Sepúlveda, editor de revista Cosas que asumió haber leído un bodrio intrigado por la sorpresa que no apareció. Le faltó a Jara una escena lesbiánica para hacerla redonda, o que su amigo Toni fuera un gay desatado. No eso. Como cartuchón con pretensiones de existencialismo. Pero, créanlo o no, lo recomiendo. Ignoro la razón. Si las aventuras descritas fueron suyas puede ser.

Si la autora habla con cuarentona a los 30, ¿Qué le depararán los 50?

Valenzuela esta muy enamorado o tan loco como su pareja. Pero si su actitud es de buen cristiano (o musulmán, o budista o judío), meritorio.

El negro Piñera se queja de la clínica Santa Sofía donde le quitaron la coca y el trago; señala que fue encerrado. ¿Qué más quería? Agradezca que no le aplicaran electro shock.

Dice que su familia  cometió un error al internarlo, deberían de haberlo dejado ahí.

 Muere Manolo Otero mas ex de María José Cantudo que de Raquel A

Argandoña. El cantante español tenía tan solo 63 años. La Cantudo anduvo enojada conmigo varios años cuando difundí sus fotos desnuda del Interviú en Chile y creo, que conté una infidelidad. Lo cierto es que me anduvo pelando con el que fuera gran periodista Héctor Precht Bañados hoy surfista y automovilista furioso.

Peñarol resultó ser un gran equipo, por algo llegó a  las finales de la Copa. Aun me ronda si hubiésemos llegado a esta instancia sin las embarradas de Paulo Garcés.

Felicitaciones JC Rodríguez por haber hecho aullar y ladrar al cura Medina

Que era bueno para el copete me lo había contado Alonso Ferrón,  un amigo fallecido que era casado con la sobrina regalona del cartuchísimo y homofóbico cardenal.


La mujer de Pato Laguna le debe de terror a la UDI porque aduce cuando justifica no seguir adelante con lo que merecía el animador que le pegó que teme al pode político (que ella no tiene). Un tratamiento sicológico a estas alturas no solucionará la violencia de su conyugue.

Pero al restarle méritos a la agresión, típico de la  mujer estúpida chilena, deja que los locos anden sueltos y salgan con la suya.

Chilevisión perdió en los tribunales contra la doctora Cordero cuyos encefalogramas son eexcelentes, lo digo por experiencia propia. WQuye haya otorgado licencias falsas, merecía denuncia. Ojala que el periodista no deba pagar de su bolsillo la infracción.


El 1 de junio a las 8 de la mañana asumí mis nuevas funciones como jefe. A las 9 estaba liberado de las funciones tomando café. Problemas administrativos me dijeron. El asunto es que no dormía las noches previas. Quizás el hombre adivinó que estaba demasiado achacoso para la pega, porque el tema administrativo con su experiencia, no me lo trago.


Fernando Villegas deja la escoba nuevamente con sus declaraciones sobre la homosexualidad a raíz de la visita del escritor homosexual Pablo Simonetti a “Tolerancia Cero”. Les aporto los párrafos marcados de la entrevista concedida a este servidor en el 2000 para la investigación “La realidad gay en Chile”. Al principio Fernando no estaba muy entusiasmado con la idea de opinar sobre la homosexualidad en Chile, quizás por su rechazo a que una sociedad le de institucionalidad y bendición a que los hombres vayan tomados de la mano por la calle.

-En la alta sociedad de antaño solía hablarse de los clanes homosexuales, lo que indicaba que eran numerosos, pero puesto que operaban como clanes, al mismo tiempo no lo eran tanto. Un clan es para protección frente a un entorno hostil. Recuerdo que cuando chico escuchaba hablar a los amigos de mi mamá, quienes decían que andaban todos vestidos con trajes príncipe de Gales. Así, decían, se reconocían. Un mito, por supuesto. Y que había una serie de señales y de gestos secretos. Era como una masonería. Lo cierto es que vivían a escondidas. Tenían que reconocerse a través de señales.

-Y en los sectores bajos, ¿cómo funcionarían entonces?

- No tengo la más mínima idea. Pero en todo caso siempre fue algo vergonzoso, castigado. Parece que ahora lo que esta ocurriendo es que sin un cambio de fondo de esos parámetros, algunos homosexuales vinculados al mundo de la bohemia, el periodismo y otras formas de intelectualismo de bajo nivel están tratando de hacer de su conducta algo abierto y que no sólo debe de ser tolerada, sino aceptada y reconocida como una alternativa viable, legítima. Es un discurso pasado en el axioma que ser gay es una opción respetable y por lo  tanto cada uno es libre de elegirla si le viene en gana. Eso es lo que está ocurriendo de novedoso. Eso estuvo liderado por extremistas como Las yeguas del Apocalipsis; y otros personajes de ese tipo, ya hace años.
 Pero pese a su activismo no creo que este proceso tenga mucho fondo como para cambiar las cosas. No creo que Chile vaya a convertirse en una sociedad tolerante como la holandesa, donde pueden casarse legalmente, incluso adoptar hijos y andar por la calle dándose besitos. Estamos a años luz de eso. Tampoco estoy seguro de que sea deseable. En Chile hay una realidad contundente: aquí la homosexualidad es un asunto penado, castigado, despreciado. Probablemente en los sectores más bajos la sanción debe ser muy brutal, casi criminal. Al mismo tiempo, es cierto, existe una ambigüedad latente porque si bien por un lado la homosexualidad es castigada y sancionada, por otro lado los hombres juegan con eso. Uno sabe de lenocinios donde van hombres a dejarse cautivar hasta cierto límite por esta ambigüedad del cuento y no pocos pasan de la tentación de patear al maraco a la de acostarse con él. Existe un  juego muy ambiguo que tal vez se deba al hecho de que en muchos hombres heterosexuales existe una componente homosexual. De ahí que en ciertas circunstancias se pasen al otro lado con alguna facilidad.

-Enrique Lafourcade sostiene que en otros tiempos, la homosexualidad se mantenía en absoluta reserva. El opina que la conducta sexual del individuo debería ser algo tan del dominio privado como lo es el evacuar todos los días en el baño.

- Yo también creo eso. Por cierto no me parece que el progreso de la libertad consista en cagar con la puerta abierta. Con eso no estoy diciendo que el sexo sea una cochinada, pero sí una cosa privada. Por diversas razones el sexo produce todavía una conmoción que no se puede soslayar. Por consiguiente, hacerlo abiertamente me parece forzar las cosas, sobre todo si se trata de un sexo problemático.

Parecerá cavernario decir esto hoy, cuando predomina el discurso liberal in extremis, pero el sexo es intrinsecamente peligroso. No me refiero a las enfermedades, sino a que es como un abismo donde uno puede caerse y no salir más de allí, tal como la droga. Es como una droga e incluyo en eso el sexo norma. Por esta razón y a pesar de lo primitivo que puedan parecer los controles sociales y religiosos, estos tienen sentido. Es decir, al sexo hay que dejarlo como una cosa necesaria y buena, pero controlada. Es como el núcleo de un reactor atómico. De ahí sale mucha energía, pero hay que tenerlo blindado o de lo contrario queda la crema. El sexo es un reactor atómico al que hay que controlarle el proceso para que no lleve al cataclismo. Es el camino más veloz hacia la entropía del espíritu. No por casualidad casi toda disciplina intelectual seria comienza con la abstención en un grado u otro. El sexo, si desbocado, equivale a la muerte.

Ciertamente uno no puede convertir sus repulsiones interiores en base para dictar una moral. Pero además tengo un motivo objetivo por el cual considero peligroso al sexo homosexual y por tanto digno de ser contenido y es que parece ser mucho más erótico que el heterosexual, mucho más obseso, por lo cual el que lo practica invierte la mayor parte de su energía en el sexo y eso entraña la destrucción de sus capacidades para proyectarse en el mundo de otra forma. De eso se libran muy pocos, sólo los más talentosos, la excepciones. Me parece que el sexo en general empuja al hombre hacia abajo, a la  elementalidad del deseo y el placer en estado puro, a las garras de un impulso insaciable que convierte al ser humano en materia inerte y creo que los homosexuales corren más ese peligro porque, para decirlo brutalmente al estilo de como lo pintan los lolos, se la pasan pensando en que los claven. Tal vez los heterosexuales se lo pasan pensando en clavar a una mina y entonces viene siendo lo mismo, pero la mariconería, por algún mecanismo que le es propio, o al menos me da esa impresión, tendría la cualidad adicional de ser una práctica que nunca se sacia como la otra y que al revés, se multiplica. Y conduce a una sordidez que no resulta sólo del clandestinaje de su ejercicio, sino forma parte de su médula misma. Es como si estuviera inevitablemente asociada con las impulsiones internas de emporcarse, de ir hacia una involución, de finalmente chacrear en caca. Por eso aun al maraco más fino le gusta la aventura degradante. Los casos se dan a cada momento. Están en cada línea de las páginas policiales. Esos señores van donde el lumpenaje para hacerse vejar además de lo otro como si en el sexo homosexual se necesitara siempre ese condimento destructivo; van a baños asquerosos a ser tirados por cualquiera a través de un tabique, van a una disco gay a que se lo meta un maricón que ni conocen. Creo que el norte de la sexualidad gay apunta no sólo en los hechos sino en sus motivaciones más secretas al retorno a un mundo fecal, anal, infantil. Es una forma de masoquismo y el masoquismo es intrínsecamente pasivo y por tanto ilimitado. No hay en él una erupción de energía que se agota, sino un dejarse hacer que puede prolongarse sin fin. Por lo mismo rara vez llega a ser una relación entre dos personas, sino más bien entre órganos poseídos por personas. Uno lo ve en en los paraísos de Sade, esos mundos cerrados donde sólo interesa mediatizar al prójimo para servirse sexualmente de él. Entiendo que por eso la promiscuidad del homosexual supera en mucho a la del heterosexual. Y por eso no se puede decir que es igual en dignidad, una elección razonable. Hasta cuando tiras con una puta hay al menos la chance de relación, aunque sea una relación pecuniaria; con un maraco que acabas de llevarte al baño no hay sino un contacto sexual grotesco. Además en la relación heterosexual existe siquiera un proyecto reproductivo o una posibilidad de ese tipo que trasciende el mero deleite físico. No importa si eso no te interesa en ese momento, objetivamente la probabilidad de esa relación superior está allí; con el sexo homo no hay ni puede haber sino el frote carnal, la lubricidad, un afán insaciable y triste.

-Es indiscutible eso de que todos los hombres tienen algo de maricón Apenas se rompe el equilibrio normal de la convivencia, cuando hay tragos o drogas de por medio, no pocos empiezan los juegos sexuales con el chiste sórdido de transformarse en mujer o de toquetearse con un amigo o ponerse lánguido. Pero fíjate que esto, aunque con elementos de homosexualidad, no es mariconería. Es un juego tal como en una fiesta, en el baile, tu entras en contacto físico con las mujeres de tus amigos y eso no equivale a que te las están chiflando. Mediante el baile se da un contacto erótico, un juego sexual que es tolerado por todos.

-¿Y los ídolos nacionales del mundo gay?

- No me resultan cómodos o siquiera indiferentes. Son tipos que despiertan rechazo en cualquier persona normal. Perdónenme pero es el mismo asco que produce ver a un leproso, a un tipo contrahecho espiritualmente, a un condenado, a un maldito, a alguien que al menos en la imagen que tenemos de los maracos se dejó aprisionar por la carne en su más baja expresión y que además esta ensimismado, obnubilado por su obsesión y para colmo desea hacerlo oficial.

-Hemos hablado con personas como Pedro Lemebel, quien nos ha manifestado que Chile esta lleno de locas del mate, pero no del cuerpo, que sólo una parte del mundo gay concreta relaciones sexuales.

-El maricón intelectual como Lemebel es una persona que se esta tratando de rescatar en el juicio del prójimo. Es entendible. Una manera de hacerlo es decir que muchos están en lo mismo. Tal vez sea cierto. De todos modos no  veo con buenos ojos que una sociedad levante las compuertas y le de libre cauce a una homosexualidad abierta.
LO QUE PIENSA FERNANDO VILLEGAS SOBRE LOS HOMOSEXUALES, VERSION INTEGRA Y EXCLUSIVA. NEGRO PIÑERA SE QUEJA DE SU CÁRCEL DE LUJO CUANDO FUI A COMOPRAR PERIOSITAS PARA UNA DISTRIBUIDORA DE PETRÓLEO BRUJ

Por Andre Jouffé Louis

1 comentario:

Seguidores