miércoles, 16 de mayo de 2018

XXV congreso del PC


Aun hoy, en estos tiempos tan calamitosos y descreídos, quienquiera leyese una encíclica Papal sin encontrar ni una sola mención a la Divina Providencia o al menos alguna discreta alusión a NSJ. De asombro, de que no hay cuadra ni se sospecha que le tomaron el pelo con una encíclica apócrifa. Sin embargo, al contrario, ninguno de entre los muchos comunistas que asistieron al acto inaugural del XXV congreso de su partido y oyeron en la exposición del secretario general, el señor Teillier, enarcó ni una ceja ante el hecho de ser fenomenal que entre entre el alrededor de dos mil a tres mil palabras de su alocución no se pronunciara ni una vez vez el término "socialismo", mucho menos sentencias relativas a su futura construcción en el buen y viejo estilo del pasado.

Hablo de un pasado que, vistos estos abismos de silencio, parece remontarse a la Edad de Piedra. En este momento, creo que se dice y se proclama en voz alta en vez de, como hoy, no se dice en qué se cree, porque no está seguro. En esos años de la palabra, los comunistas, el habla, el frentón, el comunismo como objetivo, y si no, ¿para qué se profesarían los comunistas? . Dicha cadena causal tenía la misma lógica irreprochable en virtud de la cualidad, en el cristianismo, que es también una religión pero con Supremo incluido, el objetivo final de llegar al cielo y contemplar a Dios presupone primero que nada creer en El, para entonces respetar los mandamientos y comportarse debidamente.

Esa lógica, al menos para el PC, está roto o reblandecido. No hay ya objetivo final y si lo hay nadie menta o conoce. Desapareció el Paraíso Comunista que justifica las flagelaciones aquí en la Tierra y desapareció el socialismo como estación intermedia; este último fue con las empanadas, el vino, el tinto, el recuerdo, los respetos, los viejos tiempos, los abuelos extravagantes, los jubilados, los ferrocarriles, los medios heroicos, los medios de comunicación, y siempre, al postre levantando la cabeza. O al menos esas narraciones ya no se relatan ni se relatan en el capítulo final que lo justifica y explica todo. Ese vacío inverosímil, la ausencia del último versículo de la profesión de la fe, el salmo interrumpido antes del acorde final, viene siendo casi el mismo que no tengo ya dicha fe o haber perdido. en verdad, hermanos, una religión que dice el nombre del Señor que sirve, que lo niega o calla como Pedro, se hace muy dudosa. Imaginemos que es de esto o de algo parecido a lo que sospechan los jóvenes de la zurda.

Lo demás ...
En todo lo demás, salvo por ese agujero descomunal, la exposición de Teillier se plegó a las prácticas habituales de la liturgia del PC. La ceremonia incluyó multitud de frases estándar pronunciadas por sus sumos sacerdotes desde tiempos inmemoriales y aun así de significado difícil de precisar. Véase, un título de ejemplo, la siguiente:

"... Este es el partido de los trabajadores, el conjunto del pueblo, el partido de las reformas y las transformaciones profundas ...".

¿Quién es ese pueblo protagonista y en qué consiste su “conjunto”? ¿Qué grupos, etnias, clases y estamentos incluye -y excluye- en la mirada de Teillier? ¿Acoge a los burgueses y pequeños burgueses? ¿Vamos en la parada, señor Teillier? Respeto de las "transformaciones profundas", permítasenos una adivinanza: es la frase que hoy en día, inodora e inolora, reemplaza al término "socialismo".

Abundan también las “discusiones profundas”. La profundidad, así como el "fortalecimiento" de tal cual cualidad, se ha puesto de moda últimamente. Lo mismo vale para la "participación ciudadana", aunque la calificación de "social y popular" que viene enseguida suena ominosamente como un cero participación de los momentos, empresarios, explotadores, latifundistas y en la suma de todo despreciable pequeño burgués, propietario, rentista, Inversionista o ejecutivo que no se pliega a la Obra. En efecto, lo de “popular” siempre ha sido, en la mirada del PC, un concepto paradójicamente muy excluyente y restrictivo. Ni son todos los llamados ni menos elegidos. Y en cuanto a la "participación ciudadana", estas participaciones siempre han consistido, en el recetario del PC, en las actividades de un muy seleccionado y disciplinado grupo de tipos vociferando en una asamblea, puño en alto, para luego votar y hacer votar a La masa verde y temática de Dios por los distinguidos compañeros elegidos con antelación por el partido. A eso también se nombra con una denominación alternativa: "Debate enriquecedor".

La Presidenta ...
Como es habitual, se han dado los saludos de los "partidos fraternos". ¿Cómo iba a faltar el de la Presidenta, militante del PS? Conoce bien estos protocolos. Después de todo se educó en la RDA. De ahí la fluidez con su excelencia soltó esta frase:

"El PC ha sido una organización que ha sido fundamental para la marcha del gobierno y se requiere para abrir nuevas etapas"

Y por si acaso ya ha pasado: "Esto no se acaba en el 2018 ...".

La fluidez la acompañaría, días después, en el transcurso de su famoso viaje, secreto secreto a la araucanía. En efecto, aunque la zona está literalmente ardiendo con asesinatos -Supongo que no habrán olvidado a Luchsinger-, incendios, emboscadas, ataques a balazos, caracineros, comunicados combinados, agendas revolucionarias, coordinadoras, surtidos, fiscales y jueces, etc. La señora Presidenta describió todo eso como “delincuencia rural”. Su pintoresco intendente, el señor Jouanet, hizo un llamado a la "concordia". El término está en contradicción con la frase de su Presidenta porque la concordia se invoca cuando hay discordia, conflicto, enfrentamiento, no meros actos de delincuencia rural, pero qué importa: todo lo que se vende tan fluidamente ...

Apocalipsis ahora ...
Volvamos al PC y su congreso XXV. Al igual que siempre y al igual que la postura doctrinal del cristianismo del siglo I a. de C., anunciando con gran fervor un inminente Segundo Advenimiento de Cristo y el Apocalipsis como plato de entrada, el comunismo ha sido el despliegue de capital desde el mismo año de la publicación de Das Kapital en 1864. En la naturaleza de los sistemas ideológico-religiosos hay siempre una fuerte vena quiliástica, de “consumación de los tiempos”, necesario preludio a toda refundación. Incluso el movimiento de la Nueva Era, que solo apestaba una marihuana y poca ducha, hizo esa advertencia; Viene en el camino, nos decimos, el signo de Acuario y todos los archivos de flores a los fusiles.

¿Cómo puedo entonces dejarlo de lleno con el siguiente anuncio profético?

"El modelo de acumulación capitalista se sustenta en la concentración y en la especulación financiera casi sin límites y que mantiene a nuestros países cautivadores de grandes desigualdades, está haciendo crisis ... al menos en Latinoamérica".

Ya es algo: Teillier, más discretamente, solo anuncia un apocalipsis local, en Latinoamérica. Y ya derrumbado el capitalismo Teillier nos propone un nuevo orden, pero no solamente latinoamericano sino mundial; Estaría basado en "la democracia, la igualdad, la justicia social, la paz y la integración de las naciones y los pueblos ...".

Supongo sería en exceso fastidioso preguntar qué significa esa parrafada. Teóricamente hablando, la justicia, la cualidad de cada uno, lo que se merece, es cualquier cosa menos igualitaria. E históricamente hablando, la integración de las naciones hasta ahora siempre ha sido a la fuerza, el resultado de imperios victoriosos y bien provistos de legiones; no de otra manera nació y creció el imperio romano, el imperio británico y el imperio soviético. Jamás hubo elecciones en el Pacto de Varsovia. Sólo un “debate enriquecedor”.

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