De Stephen King a Montaigne, el sociólogo publica una compilación sobre los autores que lo marcaron. No es un canon, advierte.
Comenzar por el postre y terminar con la entrada, pues el orden de los factores no altera el producto. Y aunque la mesa esté puesta a libre disposición de los invitados, hay una sola norma que, según el anfitrión, debe respetarse: que los comensales disfruten y pasen un buen rato. El banquete (o lecturas de supervivencia), la nueva publicación impresa de Fernando Villegas, es un escueto y aleatorio inventario de escritores que por diferentes motivos han llamado la atención del sociólogo, una suerte de recapitulación azarosa de literatos, ensayistas e historiadores, elaborada desde la subjetividad y en ningún caso un estricto manual instructivo.
El que está en sus manos, no pretende ser un estudio ni serio ni exhaustivo ni selectivo ni de divulgación sobre literatura o narrativa. Simplemente es un ejercicio libre, espontáneo y al reverendo lote, donde se alinean en desorden algunos de los platillos de papel que he fagocitado a lo largo de mi vida y cuyas delicias deseo compartir con ustedes, apunta el autor en el prólogo del libro.
Por ese mismo carácter de fortuito, la selección utilizada en El banquete oscila sin escrúpulos desde un perfil a un prosista superventas, como el estadounidense Stephen King, hasta un incipiente vistazo a la obra de un intelectual de tomo y lomo, como el ensayista francés Michel de Montaigne. Desde sencillas reflexiones sobre un cronista coterráneo como Joaquín Edwards Bello, hasta una sucinta ilustración del estilo de un remoto narrador ruso como Vladimir Nabokov. El punto de convergencia de todos ellos está en lo universal de sus relatos, en su condición humana de escritores innatos. Es un libro digresivo, en absoluto pretendo hacer una crítica definitiva o elaborar un canon imprescindible. Sencillamente es una lista personal de autores que me gustaron muchas veces por motivos caprichosos, cuenta Villegas.
Autor ya de 14 libros, algunos encumbrados como éxitos de ventas (su anterior publicación, Julio César. Para jóvenes y no tanto
, encabezó los rankings en librerías durante el 2011), el sociólogo enlaza cada uno de los episodios de El banquete mediante diversos criterios, llámese el tema tratado, el estilo utilizado, las circunstancias en que lo leyó, o incluso la encuadernación del mismo texto seleccionado.
No muy lejos de la tribuna crítica que lo caracteriza, el también panelista de Tolerancia Cero traslada a El banquete su condición escéptica por las imposturas y convenciones. Así, califica los geniales relatos Isaac Asimov como incapaces de resistir segundas lecturas, desencasilla al recientemente fallecido Ray Bradbury como mero autor de ciencia ficción, y realza la abismante diferencia entre los sesudos poetas-poetas y la antipoesía de Nicanor Parra. El poeta-poeta retuerce el verbo para estrujarle sentidos extras. Parra extrae ese jugo con el lenguaje más común y corriente posible, y en verdad no sé cómo lo hace y es esa, precisamente, la razón por la cual digo que es un genio, escribe Villegas.
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