martes, 19 de diciembre de 2017

Duelo de gigantes: Se enfrentaron Hernán Rivera con Fernando Villegas


El polémico Fernando Villegas y sus frases para el bronce

Para continuar con su fama de polémico y "no tener pelos en la lengua", Fernando Villegas, señaló que el pianista chileno Claudio Arrau no habría conocido la fama, si no hubiera sido por un viaje a Alemania "caso contrario, habría estado tocando en el programa Sábados Gigantes". También se refirió con sorna al cine chileno, aseverando que el filme "Ayúdeme usted compadre" es "la peor película de toda la galaxia".
También comentó la falta de identidad del pueblo chileno y a la estupidez más grande que se haya visto "de andar pidiendo la opinión a los extranjeros de cómo nos ven". A su vez, aborreció esa postal dieciochera de los presidentes chilenos "bebiendo chicha en cacho, con un hombre disfrazado de huaso".
A ratos Villegas se pasó de revoluciones y señaló que Antofagasta, siempre careció de escritores relevantes, manifestando su desconocimiento de la obra de Andrés Sabella, Mario Bahamonde y otros, lo cual le valió la réplica de varios asistentes del auditórium universitario.
Menos mal que, al comienzo de la sesión Fernando Villegas, aseguró que no venía en su plenitud física. "Tal vez, me verán en un 70%; claro que cobraré mis honorarios al 100%

Nota

Son dos pesos pesados y no por su envergadura medida en kilos, sino por lo que saben y lo que representan. Ayer, se enfrentaron en un amigable y sabroso diálogo Hernán Rivera Letelier, un escritor y poeta antofagastino, que ya ha ganado todos los premios literarios imaginables y su nombre traspasó las fronteras para ubicarse entre lo más selecto de la literatura mundial. Por otra parte su "rival", fue el melenudo e irreverente hombre de televisión y radio, el sociólogo Fernando Villegas.
Aunque la informal tertulia fue programada, como otra actividad de la Exponor 2007, bajo el pomposo y académico título de "Sociología del Norte", el diálogo coloquial abordó variados tópicos para regocijo de los asistentes que colmaron el auditorium del Campus Coloso de la Universidad de Antofagasta.
A ambos, el misceláneo público les conocía de sobra. A Rivera Letelier, por su extensa obra con 26 premios literarios y afamados títulos, como "La Reina Isabel Cantaba Rancheras"; "Himno de un Angel Parado en una Pata"; "El Malabarista"; "Santa María de las Flores Negras"; "Los Trenes se van al Purgatorio" y otras de extenso detalle.
Por su parte Villegas, se desempeña como panelista político de televisión y radio; además es columnista de Diarios y tiene a su haber un libro denominado "El Chile que no queremos".
Ambos personajes se conocieron hace diez años y Villegas alabó la obra literaria de Rivera "en un país donde pululan las envidias y resentimientos, de representantes de ninguna cosa". A su vez, admiró el talento de Rivera, porque "nació en un lugar incapaz de incentivar a alguien en la obra de escritor"; a la vez que manifestó su sorpresa cómo en ese mundo inhóspito pudo desarrollar esa extraordinaria sensibilidad artística.
Rivera replicó que, precisamente, en ese desierto, donde no había nada pudo engendrar su vocación literaria porque "me apartaba de la patota y me iba solo a los cerros a charlar conmigo mismo; me atraía el silencio. Allí me sentía diferente pese a que todos éramos iguales de pobres".
Y aunque Villegas se definió a si mismo como "un poco bueno para algo y otro poco bueno para nada", Rivera señaló que "desde hace 12 años soy el tipo más feliz del mundo, porque hago lo que quiero y quiero lo que hago".
Villegas valorizó la audacia de Rivera para convertirse en escritor, renunciando a la empresa, asumiendo el riesgo de mantener una familia y atreviéndose en Chile, un país del "¿quién "soi" "vo"? y como buen santiaguino sabe que "las dificultades se elevan al cuadrado cuando alguien quiere ser algo".
Rivera contó que el trabajo de escritor es de 25 horas diarias y su obra cumbre "La Reina Isabel Cantaba Rancheras", le demoró cuatro años en terminarla, pese a que eran relatos vividos o escuchados, que perfectamente podía haberlos escrito en tres meses. Pero necesitaba darle eso que denominó "soplo de vida", darle color, para convertirla en atractiva y para un público universal a partir de vivencias locales.
Por otra parte, Villegas aseveró que "Hernán estuvo en el tiempo y oportunidad precisa para triunfar, porque su misma obra hace 30 o 40 años, habría pasado como tantas experiencias de otros escritores, que exhiben sus obras como piezas de muse, deleitando sólo a críticos literarios".
Al final, Rivera se mandó un lindo poema dedicado a Antofagasta, que dejó tendido en la lona a Villegas. Y el público localista lo premio con grandes aplausos.

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