viernes, 4 de enero de 2019

Resistencia y Lucha


Lula, el corrupto e incompetente obeso que gobernó Brasil junto al “Partido de los Trabajadores” y  hoy día en la cárcel pagando por sus latrocinios, ha tenido el descaro, al momento de asumir Bolsonaro, de hacer un llamamiento -¿a quien?– para dar inicio a una temporada de “lucha y resistencia” como si en vez de estar echado de espaldas en el angosto camastro de una penitenciaria estuviese montado sobre un gallardo caballo, espada en mano, llamando a sus huestes al combate.

En el primer momento quien lo oyó pudo asombrarse ante tamaña desvergüenza, pero de seguro no demoró mucho en darse cuenta que no hay, en gente como Lula, en militantes de la sensibilidad de los fracasados y mano larga, en la confraternidad del progreso del bolsillo propio a costa del erario de la nación, otra postura que esa cuando han perdido el poder porque cualquiera sea el lugar donde se hallen, ya sea en la cárcel o en una ONG, en un Congreso o en un puesto de la ONU, ¿qué otro destino, posición, cargo u otro modo mejor y más fácil de ganarse la vida sino en el disfrute del poder, aferrándose a la teta fiscal, a los privilegios, a las prebendas, a los pitutos? Y por tanto, ¿a quien llaman y convocan a la lucha? A sus colegas de fracaso y cesantía, en especial los que NO consiguieron destinaciones de consuelo por mientras tanto. ¿Y contra quién es la lucha? Contra quien los venció y les arrebató todo porque no se trata de una batalla épica contra las fuerza del Mal, el fascismo, la reacción, la globalización, la reacción, etc, sino contra los advenedizos e insolentes que les han sacado el sofá debajo del poto, arrebatado sus escritorios, cerrado los cajones y obturado las espitas de las que manaba abundantemente, hacia sus gaznates, la deliciosa leche del presupuesto del país.

Aunque esta es ya historia archiconocida, a saber, la insaciable hambre por la mantequilla estatal de las izquierdas ahora disfrazadas de progresismo, no dejan, ciertos episodios, de causar pasmo por su descarado extremo, como ocurre con Lula. Por otra parte Lula sólo es un caso de caricatura de una postura ya conocida. La vemos todos los días, aunque diluida, sin tropicalismos, en nuestro país. El llamamiento a oponerse denodadamente contra toda iniciativa, el aire de rescatadores del mundo de la invasión de los extraterrestres, el cinismo o inconsciencia con que suponen que con su derrota se ha perdido una gran oportunidad histórica que lamentablemente los fascistas pobres no entendieron de buenas a primeras, todo eso es cotidiano y en dicho papel se involucran dirigentes a quienes se les presumía, en otros tiempos, una dosis de decencia y sentido común. Son los tiempos. A otros,  viejones a quienes se suponía moderados, se les ve hoy recitar con estridencia el rosario de la izquierda “combativa” refregando sus hombros con jóvenes de barbita y bigote -el uniforme facial del momento–  para ver si se les contagia ese no-sé-qué de modernidad y frescura política que se les atribuye por mucho que no ofrezcan otra novedad que su inexperiencia pues, como es público y notorio, el devocionario al que le prestan su afiliación es apenas algo menos viejo y desde luego mucho menos sabio que el Eclesiastés. Lula, después de todo, ha hecho escuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores